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//Un catálogo de estrategias para descubrir, enfatizar o construir
el valor cultural de los paisajes productivos sostenibles.

//A catalogue of strategies to discover, emphasize or build up
the cultural value of sustainable productive landscapes.

Hanami-ko - Cerezos en flor



El Valle del Jerte, situado geográficamente en la vertiente meridional de la sierra de Gredos es un paso natural entre Extremadura y Castilla, utilizado antaño para la trashumancia. Posee un clima suave y frondosa vegetación. Desde el siglo pasado y debido a la desaparición debido a una plaga de gran parte de los castañares de cultivo que lo cubrían, se intensificó el cultivo del cerezo.

En los años 70 se constituyó la Mancomunidad de municipios del Valle del Jerte, que cuenta en la actualidad con 11 pueblos. En las últimas décadas, el cultivo del cerezo se ha convertido en un importante reclamo turístico para la zona, especialmente durante la floración de los más de 1.5 millones de cerezos que cubren el valle. Cada año se calcula el periodo de floración, que dura unos 15 días, en los que se organiza la “Fiesta del cerezo en Flor” celebración popular en la que se llevan a cabo actividades culturales y gastronómicas, relacionadas con las tradiciones y forma de vida del valle del Jerte.

Para dar cobijo a estas actividades, la Mancomunidad decidió convocar un concurso de arquitectura para el desarrollo del Palacio del Cerezo.

El programa de usos especificado en las bases, junto con las otras consideraciones del pliego de condiciones técnicas, determinan una superficie construida deseable de 1500 m2. Sin embargo, las bases plantean también una limitación de dicha superficie a 1000m2. Igualmente, existe un conflicto patente entre las calidades y objetivos que especifican las bases, y la limitación de presupuesto. Las unas exigen un presupuesto de ejecución material cercano a 2.000.000 euros, mientras la limitación del pliego es de 1.337.000. Para resolver ambos conflictos, empezamos a plantear diferentes posibilidades estratégicas.

Siendo el presupuesto de ejecución material uno de los parámetros fundamentales en este proyecto, decidimos considerar una construcción hiperbarata. Una nave industrial sencilla y rectangular de construcción modular. Sin embargo, para cumplir bien su función como lugar singular, la nave ha de vestirse de forma atractiva, nuestra nave barata se viste de rosa (la nave rosa)

La nave rosa puede convertirse en una elegante nave de acero y vidrio, introduciendo otro inversor. Para ello, convertimos la cubierta de la nave en una huerta solar que aporta esa materialidad deseada, a la vez que crea la oportunidad de negocio que financie asimismo los cerramientos verticales (la joya de vidrio y metal) Una propuesta claramente relacionada con la línea de investigación de Paisajes Productivos.

También existe la posibilidad de construir un (gran palacio), en ese caso plantearíamos un gran edificio singular de gran calidad, pero esta opción nos parece doblemente improcedente, tanto en términos económicos como de impacto visual en el paisaje.

Por supuesto, consideramos también la posibilidad de plantear un objeto arquitectónico icónico suficientemente abstracto como para aterrizar en ese paisaje, y lo bautizamos como (la guinda), pero desarrollar esta opción nos interesa menos y además queda claramente fuera de presupuesto.

Inspirándonos en los picnics bajo los cerezos (Hana-mi) que son tradicionales en el frío Japón, pensamos que una parte del programa puede ser al aire libre. Conseguiríamos una experiencia más cercana al evento celebrado, además de ahorrar superficie construida y presupuesto, pero el programa también exige un espacio cerrado.

El hecho de que la mayor parte de la superficie del edificio solo se vaya a utilizar las dos semanas al año que dura la floración de los cerezos nos hace pensar en construir una edificación mínima y alojar el programa principal en pabellones hinchables (el árbol que florece). La edificación permanente albergaría unos pequeños servicios para todo el año, y las instalaciones necesarias para servir a los pabellones temporales, además de los almacenes de las mismas. Auditorio, salas, y exposiciones serían temporales, y “florecerían” al tiempo que los propios cerezos.
La solución hinchable es muy económica lo que nos permite variar la proporción entre espacio sólido y espacio hinchable hasta ajustar el presupuesto (el árbol que florece 2)

Y por último está la opción que desarrollamos en detalle (hanami-ko), donde, como en el juego del GO, unos usos y otros luchan por conseguir terreno, disputándose los 1000 m2 disponibles. Hanami-ko es la jugada maestra gracias a la cual conseguimos lo máximo con el mínimo esfuerzo. Es la posibilidad que finalmente elegimos nosotros. Sin embargo, dejamos abiertas las otras siete como posibilidades elegibles, a criterio de las instituciones contratantes, a quienes competen las decisiones estratégicas.

Las dos ventajas de hanami-ko son el mínimo presupuesto y la integración del espacio en los propios sistemas productivos agrícolas que lo vinculan directamente con nuestra línea de investigación de Paisajes Productivos.

Empezamos acondicionando el terreno natural, aterrazándolo mediante un sistema de estabilización de taludes con neumáticos usados, que permiten conseguir un efecto visual estético y agradable, gracias a la vegetación que los cubre. Se trata de un sistema constructivo muy sencillo y económico ya experimentado, que permite conseguir grandes resultados utilizando material de desecho.

Después creamos espacios en sombra y protegidos, extremadamente flexibles y en relación visual con los cerezos y el valle, mediante la utilización de un sistema de emparrado a base de barras y cables de acero galvanizado, un sistema estándar muy utilizado en agricultura. Este sistema sirve tanto como soporte para parras o trepadoras vegetales como para cubriciones con lonas.
Mediante una variación sutil en la longitud de las barras y los cables y una distribución de color heterogénea en las lonas generamos un sistema modular, sencillo y económico y a la vez una imagen que dialoga con las variaciones topográficas y cromáticas del paisaje.

Parte del programa necesita desarrollarse en un espacio cerrado, que además proponemos que pueda utilizarse todo el año. Para esta parte utilizamos muros de tierra apisonada, utilizados tradicionalmente en el ámbito rural tanto para pequeñas construcciones auxiliares como para estabilizar terraplenes. La utilización del barro garantiza una gran inercia térmica, lo que le proporciona un excelente comportamiento climático y un alto aislamiento acústico. Además es un material altamente sostenible, ya que se hace con materiales extraídos del lugar donde intervenimos, es 100% natural y no contiene residuos tóxicos o peligrosos.

Los muros de tierra sirven para crear un zócalo de servicios que sustenta una caja polivalente cerrada con lamas de madera y protegida con el mismo sistema de barras-cables y lonas.
La flexibilidad en el interior se consigue gracias al escalonamiento del suelo de la sala, adaptándose a la pendiente y al uso de gradas telescópicas y cerramientos móviles, que posibilitan multitud de configuraciones y programas.